Ahorrar costes se ha convertido en uno de los principales objetivos de los negocios hoy en día ante el elevado crecimiento que están experimentando los precios de muchos productos.
En el sector alimentario, la consultora Kantar apunta que el precio de algunos productos están alcanzando cotas impensables hace un año, si bien algunos se están encareciendo mucho más que otros. Por ejemplo, como hemos visto con la subida de precios de frutas y verduras, aunque no han sido los únicos.
Solo en el mes de marzo, el aceite ha aumentado su precio en un 303% en comparación con el mismo mes de hace un año, mientras que el precio del arroz ha crecido un 181% y la leche un 145%.
Eso supone un encarecimiento de las materias primas para muchos negocios que, especialmente en el sector de la hostelería y la restauración, requiere de una dosis extra de esfuerzo ya que deben realizar una inversión mayor que la de hace unos meses. En este contexto, comprar directamente al agricultor se convierte en una opción que cada vez gana más adeptos, no sólo por los beneficios que supone tener productos como frutas y verduras de proximidad, sino por el ahorro de costes que implica eliminar intermediarios.
Ahorrar comprando directamente al agricultor

Cada vez son más los que apuestan por esta tendencia conocida como ‘farm to fork’, es decir, la compra directa al agricultor con la finalidad de evitar los sobrecostes de los intermediarios y contribuir a paliar la situación de vulnerabilidad de los pequeños agricultores. Según algunas cooperativas agrícolas, el producto agroalimentario llega a encarecerse más de 10 veces desde que se recolecta hasta que se vende al público.
Por citar algunos casos, el pimiento rojo puede costar en origen 0,80 euros el kilo, y su precio en el supermercado alcanzar los 2,45 euros, lo que supone un encarecimiento del 256%. El caso de las patatas es aún más llamativo, ya que su precio en origen puede estar alrededor de los 0,15 euros el kilo, y venderse al consumidor a 1,20 euros el kilo, un 700% más.
La falta de rentabilidad de este modelo está poniendo contra las cuerdas a los agricultores que deben invertir en todo lo necesario para cultivar y recolectar, incluidos los salarios de trabajadores, para vender a los productos recolectados, a veces a un coste igual o inferior al que han debido invertir.
Si a esto se le suma que el pago se le realiza a 30 o 40 días, y que en muchas ocasiones se ven obligados a recurrir a préstamos para pagar lo invertido, el negocio no es tan redondo y, para el cliente, llega con un sobrecoste a veces desorbitado. Por eso surgen cada vez más iniciativas en las que se busca un contacto más directo con el agricultor, eliminando a los intermediarios de esta ecuación logística.
Ventajas de comprar directamente al productor

Cada vez son más los agricultores que apuestan por nuevos modelos de negocio huyendo de los bajos precios que reciben por la venta de sus productos en origen y con ganancias mínimas, cuando no son pérdidas.
Comprar frutas y verduras sin intermediario no solo permite ahorrar comprando directamente al productor, sino romper las reglas establecidas, estableciendo un nuevo modelo de abastecimiento.
Vender productos online se ha convertido en una oportunidad de negocio, no solo para los productores, sino también para los clientes. Sin duda, las ventajas de comprar frutas y verduras directamente al agricultor permiten a muchos negocios, como los restaurantes, acceder a productos de km 0 de calidad, además de a una mayor variedad, lo que les aporta un valor diferencial frente a sus competidores.
Pero también conlleva importantes ventajas económicas al eliminar los altos precios derivados de la amplia cadena logística con intermediarios, de manera que el productor recibe un precio por sus productos más ético y justo. Por su parte, el cliente reduce sus costes de compra y accede a un producto más fresco, directamente de la huerta a su casa.
Mylagro, una apuesta por el comercio justo
En este salto a la venta online, los productores pueden hacerlo acompañados de una plataforma como mylagro en la que cuentan con el soporte de un equipo de expertos que le acompañan en esa evolución hacia un modelo de venta más rentable.
En este caso, tampoco existen intermediarios. Los agricultores publican en la plataforma de mylagro los productos que tienen a la venta y sus precios, y venden directamente a los clientes finales que son los que se encargan de pagar los costes de envío para tener los productos en su casa.
De esta forma, los productores no solo reciben un precio más justo y acorde a lo que venden y a los costes que tiene su producción. Los clientes también se ven favorecidos al tener acceso a una gran variedad de productores a través de un único punto, la plataforma mylagro, y reciben en un breve período de tiempo los productos en su casa, directamente del agricultor. Y a un precio inferior que el que pueden obtener en grandes establecimientos después de haber pasado por distintos intermediarios.

El cliente paga directamente a la plataforma que entrega el dinero al productor, incluido el coste del envío que asume el cliente, lo que añade mayor transparencia y eficacia a la nueva cadena de suministro. El productor recibe su dinero por lo vendido 5 días después, de esta forma, mylagro protege a ambas partes, y se evita realizar una inversión económica con sobrecostes. El productor no necesita recurrir a préstamos para pagar los costes por adelantado hasta que el intermediario le paga, pero el cliente tampoco requiere préstamos para tener que pagar por adelantado a los intermediarios.
Consiguiendo mayores márgenes, este modelo también conlleva otros beneficios como llevar una trazabilidad más sencilla de los alimentos, ya que con una venta directa que va del agricultor, al transportista y al cliente, el origen y el estado del producto en todo momento es más fácil.
Además, este contacto directo con los agricultores también dará acceso a los clientes a una mayor variedad de frutas y verduras, así como a productos de temporada. Y todo con una frescura garantizada, fomentando la preservación de los cultivos de origen rural, y reduciendo la huella de carbono, al viajar menos los productos.
Con ello también se contribuye al desarrollo de la economía local y que muchos negocios de pequeños agricultores no se pierdan. Dar el salto a este nuevo modelo conlleva un importante cambio en los hábitos, pero los resultados, merecen la pena para conseguir un comercio más justo para todos, y más eficiente para el cliente.