• oct 2022
  • 3 min read

Inflación en el sector agrícola: ¿qué podemos esperar?

Es una realidad que la inflación está afectando a la economía global y eso no deja al sector agrícola atrás. La caída de la producción de chips electrónicos ha afectado a muchos ámbitos a nivel internacional y también ha repercutido en la maquinaria agrícola, ya que son una parte fundamental en el funcionamiento de máquinas de campo y tractores. También en los empaques y los fertilizantes se ha observado una inflación notable, que han subido el triple de sus precios por no hablar también de los combustibles fósiles como la gasolina o el diesel. 

Según un informe del Observatorio sectorial DBK, los once sectores más afectados por la inflación son:

  • Ganadería y pesca.
  • Industrias extractivas (minerales, gases y petróleo).
  • Fabricación de productos alimenticios a partir de cereales y derivados.
  • La industria del papel y la madera.
  • Química básica.
  • Fabricación de productos de caucho y plástico.
  • Fabricación de otros productos minerales no metálicos.
  • Metalurgia.
  • Construcción y materiales.
  • Comercio de productos alimenticios (al por mayor y al por menor).
  • Transporte.

Concretamente, dentro del sector agrícola los ámbitos más afectados son la ganadería, la pesca y la producción de cereales y derivados, así como el comercio de los alimentos. Esta recesión económica es debida a muchos factores, pero en gran parte, la guerra de Ucrania ha sido la desencadenante de problemas a la hora de suministrar cereales, concretamente el trigo y la cebada. Claro que la escasez de cereales repercute en diferentes actividades de la alimentación como la panadería, la pastelería, la elaboración de harinas, de pastas alimenticias, de cerveza y malta. También en cuanto al sector ganadero se refiere, la industria de los piensos compuestos se ha visto expuesta al alza de los precios de la energía para el acondicionamiento de las granjas.

Si añadimos, además, los factores climáticos sufridos durante el año y especialmente durante los meses de verano de 2022, los cultivos han sufrido una sequía importante que ha dejado a más de un agricultor con una producción bajo mínimos. La FAO advierte que ha habido una disminución significativa de la cosecha de cereales a nivel mundial, así como sus reservas y el comercio internacional. Es decir, a nivel general y debido a los conflictos actuales, hay menos productores, menos importadores y esa es una de las principales razones por la que los precios están mucho más altos. 

Nos encontramos en un contexto en el que ya se empieza a notar la escasez de determinados alimentos, los cultivos no están en su mejor momento y la falta de importaciones y de productores son las consecuencias de los conflictos actuales que han conducido a un círculo vicioso de la inflación. El índice de precios de los productos alimentarios registró su mayor subida en febrero de este mismo año, una subida con registros récord desde 1961 y que ya en 2021 representaba un 23,1% en España. Sin embargo, según datos de la FAO, los precios de los alimentos a nivel internacional han disminuido en julio de este mismo año. Aunque esta disminución de precios se ha acogido con satisfacción, debido a la volatilidad y la variabilidad presente en el contexto actual, no conviene hacerse ilusiones. Se espera que los precios de los alimentos sigan siendo elevados a lo largo de lo que queda de 2022 y durante el próximo año 2023, en el que las perspectivas económicas internacionales son más bien sombrías. Muchos países actuales pagarán más, pero puede que también reciban menos alimentos debido al coste mundial de las importaciones.

Ahora bien, ¿qué debemos esperar como agricultores? ¿Existe alguna solución al respecto?

A corto plazo se sabe con certeza que, como sociedad, debemos adaptarnos a vivir con la inflación existente y la volatilidad. Si lo pensamos a largo plazo, el escenario geopolítico podría renovarse en una tendencia creciente hacia la autarquía alimentaria y el proteccionismo. Los países podrían necesitar asistencia externa o colaboración con los recursos que posean junto a otros Estados. Por ejemplo, Suiza realizó un acuerdo con Qatar para el suministro de gas y el Reino Unido con Estados Unidos para la provisión de determinados productos como las bebidas energéticas.

La adopción de nuevas tecnologías que contribuyen a la rentabilidad y a la reducción del impacto medio ambiental será otra de las tendencias a largo plazo. En este sentido, se aplicará la llamada agricultura de precisión, que tiene como finalidad mejorar la productividad agrícola a partir de la observación, la medida y la actuación frente a la variabilidad de los cultivos. 

Debido a que todo continúa en constante cambio, la incertidumbre sigue estando presente en el escenario internacional y a los productores no les queda otra alternativa que seguir pendientes de los cambios que puedan suceder y adaptar sus sistemas de cultivo de la mejor forma posible a las circunstancias actuales y a futuro. Sin embargo, no todo está perdido: existen alternativas que ponen solución a lo que ya está llegando en el mercado actual. Llevar a cabo sistemas de comercialización con mejores precios y vender productos de la huerta online sería una posible vía de mitigar los problemas derivados de la inflación. La buena noticia es que ahora es posible la venta de productos directos del campo con Mylagro y, para los consumidores, ahora también se puede llevar a cabo una compra directa del productor y evadir así los precios inflacionarios de las grandes cadenas distribuidoras.

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